El comunismo es intrínsecamente perverso; y no se puede admitir que colaboren con él, en terreno alguno, quienes deseen salvar la civilización cristiana. Y si algunos, inducidos al error, cooperasen al establecimiento del comunismo en sus países, serán los primeros en
ser víctimas de su ceguera; y cuanto las regiones, donde el comunismo consigue penetrar, más se distingan por la antigüedad y la grandeza de su civilización cristiana, tanto más devastador se manifestará allí el odio de los sin Dios.
Encíclica Divini Redemptoris del Papa Pío XI promulgada el 19 de marzo de 1937
No hay comentarios.:
Publicar un comentario